Estamos a finales de marzo y acaban de florecer los cerezos de la finca. Es un espectáculo para la vista y, si te acercas, también para el olfato porque ¡qué bien huelen sus flores! Dentro de un par de meses tendremos cerezas, esa deliciosa fruta cuya temporada es tan corta como rico su sabor. La belleza de sus racimos colgantes encanta a todos por su originalidad, con esos rabitos tan peculiares que te permiten cogerlas en parejas o de tres en tres. En el cerezo no sólo sus frutos son rojos o, incluso morados, también su madera tiene un tono rojizo muy característico que le distingue de otros árboles.
Este árbol fue muy apreciado por los pueblos griego y romano. Es originario de las orillas de los mares Negro y Caspio y de la colonia griega de Kerasos, donde ya se cultivaba en el Neolítico y desde donde se extendió a Europa introducida por los romanos. En el yacimiento arqueológico de La Draga ( Bañolas, Girona) del Neolítico inicial, hace unos 7.000 años, se encontraron restos de huesos de cereza.
Cuenta el Dioscórides que los antiguos redujeron todas las especies de cerezas a tres principales: dulces, austeras y agrias. Las dulces son las que hoy en día llamamos simplemente cerezas.
Es el árbol de la alegría y la mirada limpia. Representa la sencillez, la inocencia, el amor y la virtud para el pueblo japonés.
En japonés sakura es la flor del cerezo y también el cerezo japonés, árbol emblemático en este país que a finales de marzo o principios de abril tiñe de blanco el país de sur a norte. La contemplación de sus árboles en flor es toda una tradición en este país, que recibe el nombre de O-hanami.
Las flores se pueden elaborar en salazón y guardar bien en la nevera hasta un año. Con tan sólo las flores, sal y vinagre de umeboshi (ciruela fermentada japonesa, otro día hablaremos de esta maravillosa preparación) se puede hacer una sencilla receta que luego permite hacer tés o añadirlas a ensaladas ( ensalada de rábanos y flores de cerezo).
La cereza es una fruta que contiene grandes cantidades de ácidos orgánicos ( sobre todo málico, succínico, cítrico y salicílico) lo que las hace muy depurativa de la sangre y a la vez estimulante de las glándulas digestivas. El ácido salicílico tiene acción antirreumática y antiinflamatoria por lo que se recomienda en curas para afecciones como artritis, reuma, gota o arterioesclerosis.
También es una fruta laxante, descongestionante y con alto contenido en antioxidantes. Tiene un alto contenido en serotonina, triptófano y melatonina, lo que favorece un buen estado de ánimo e impulsa la actividad durante el día, a la vez la melatonina favorece el sueño y regula el ciclo sueño-vigilia. Es por ello una fruta reguladora del sistema nervioso. Tiene efecto saciante, diurético y depurativo, y junto a su escasez de sodio y grasas, le da a esta fruta un efecto adelgazante.
Sin duda una gran fruta de temporada muy corta que debemos aprovechar!